Antes de comenzar…
me gustaría centrar mi atención en este momento.
No el momento del lector, sino el momento
en el que se suceden las letras, que formando palabras, acaban terminando de
construir frases con significado propio, dónde antes sólo había ausencia de significado, palabras, letras. Si bien
es cierto que dejaré mi presencia aquí,
esculpida en palabras, no será toda mi presencia,
sino aquella que deseo mostrar. Y no abarco todo el tiempo que contiene todo aquello que deseo hacer presencial, sino el instante en el que
voy tecleando cada una de las letras que muestran, el ahora, en conjunto, mi presencia aparente.
A lo largo de este mostrar mi presencia, numerosos fenómenos pueden ocurrir a mi alrededor, de
hecho no sería descabellado pensar en que la actividad de escribir puede
compaginarse con el acto de oír a Beethoven, o de tomar té; claro que el acto
de oír no conlleva el uso de las manos, y puedo dejar constancia de ello en
este momento. Puedo escribir: “En
este momento tecleo letra por letra este texto y oigo a Beethoven”, sin
embargo, sólo en el hecho de afirmar que no todo este instante, mi instante, mi
ahora y no el del lector, es aquello que queda escrito, ya estoy proporcionando
indicios para que el lector pueda hacer uso de su imaginación y completar, si
así lo desea el momento en el que
deseo detenerme. De este modo mi
presencia, quedaría recogida como mi
presencia aparente, aquella que yo quiero hacer presente, aquellos nodos de tiempo (que conforman el contenido del
Tiempo) que recuerdo, y que únicamente mediante la escritura puedo dejar congelados
entre las aguas de un río, el Tiempo, que no cesa de fluir. Esta, mi presencia aparente será recogida por
los sentidos del lector, comprendida,
será mi presencia en ti, no ya mi presencia aparente, pues no será así
considerada si no recibe mis advertencias. Esta mi presencia en ti, será actualizada en el lector, comprendida en
este por “su presencia”, en
referencia a mi como escritor. Pero
nada más alejado de mi presencia que
esta presencia que parezco dejar en mis escritos.
Pensar que mi
presencia queda plasmada aquí es como pensar que el Tiempo queda detenido
al mirar ahora el reloj (¿que
ahora?¿el de mi momento en el que miro el reloj?¿o en el que mira el reloj mi
lector?); mis palabras se presentan como un portal cerrado que no puede ser
abierto de forma real más que por aquel que las ofrece, pudiendo ser imaginado
su interior, e incluso abierto por mi logos,
ofreciendo una morada incompleta, ya que a la apertura de mi presencia he de
sumar otra problemática, es decir, mi vida, y el tiempo en el que transcurre no
pudiendo captarse en su totalidad hasta mi muerte, la cual me será imposible
narrar.
Mi presencia pues, la que aquí dejaré plasmada no es la
totalidad de mi presencia, ni por tanto la totalidad de mi tiempo, de mi vida;
sino que será lo que mi presencia y mi tiempo, mi vida, es al Tiempo real, el
cual sólo se hace patente en la conjunción de unidades o nodos llamados ahora, que se conectan entre sí sin
cesar su devenir, y los cuales se desvanecen quedando como sombras, recuerdos;
aquellos no podrán ser momento más,
sino momento-pasado, recuerdo, como
la huella que deja un zapato en el barro, la cual sólo obtiene su sentido si
esta es comparada con el zapato y con el que lo calza.
Dejo pues al lector con mi exposición sobre W. Dilthey y
Heidegger sobre la cuestión por el Ser
de la vida humana y la historia; dejando constancia de que ni mi presencia presente es la misma que mi presencia pasado con la que comencé
este texto, ni las vuestras, mis lectores, serán las mismas presencias
presentes ahora (que lees esto) que
la presencia presente-futuro en la
que nos encontraremos (con distinción de temporalidad pasado-presente-futuro)
cuando terminen de leer lo que a continuación y a través del futuro-presente
pasaré exponer. 26 de Abril del año 2013
del calendario gregoriano.
Sigue escribiendo... y enamorándome con ello pequeño gran hombre. Tus palabras llegará tan lejos como imagines y confíes. Y tu muda voz será escuchada hasta la cima de las montañas. Pero siempre con respeto y con inteligencia David. Cuidate mucho artista, sigue volando...
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