Prólogo
He decidido recuperar este texto, desde el cual, hace tiempo
intente comenzar trepar hacia una
ventana que me iluminaría ante las oscuridades que dejan en mí los numerosos
problemas no resueltos que me atrevo a afrontar. El texto sin duda carece de
rigurosidad, y es tan trivial como de las preguntas de las que parte; preguntas
que resonaron en mis oídos, e incluso hoy siguen resonando, durante un largo
periodo de tiempo, y que ante su apariencia de importancia quise observarlas
con mayor nitidez y dedicación.
¿Hacia dónde
vamos?¿Hay que creer en el cambio o hay que crearlo?[1] Son
las preguntas que abordaré, y que meditaré, intentando dejarlas correctamente
explicadas desde el punto de vista político que deseo encauzar. Mi interés al
recoger estas preguntas, además de puntualizar la situación social de
inestabilidad y desconfianza (o más bien inseguridad ante lo que está por
venir), es el de introducirme con suma delicadeza en unos problemas que son sumamente
difíciles, y desde un planteamiento cotidiano, introducir conceptos, a mi forma
de ver implícitos en esta problemática, los cuales me permitan contemplar
errores e introducir ideas propias, siempre por supuesto bajo un análisis y un
rigor que intentaré salvaguardar a toda costa, y me guíen hacia una ampliación[2] de mi
saber acerca de estos temas.
Por todo lo dicho, y dejando a los lectores con mi borrador,
diré como última advertencia, que este texto va exclusivamente dirigido a su
evaluación y análisis, y una posterior recomendación sobre lo que bien aquí se
puede encontrar, sobre los errores, en
el caso que los hubiera, y el aprendizaje y formación que obtendría con su
enmiendo.
¿Hacia dónde vamos?¿Hay que creer en el cambio o hay
que crearlo?
¿Hacia
dónde vamos?, ¿hay que creer en el cambio o hay que crearlo?, estás son las
preguntas que hoy nos hacemos, que hoy arrojamos a la estructura de la
realidad; unas preguntas que nos surgen en nuestro actuar cotidiano. Unas
preguntas que deben de ser cuestionadas y evaluadas, bien definidas mediante un
riguroso examen; está tarea será la que desarrollaré a continuación.
En
primer lugar, y siguiendo meramente el orden de las preguntas realizadas, cabe
detenernos en: ¿Hacia dónde vamos?. En este enunciado cabe percatarse de la
importancia, en primer lugar, del verbo: “vamos”, como todos sabemos, se trata
de una declinación del verbo “ir” más la primera persona del plural,
“nosotros”, pero ¿a quienes se refiere este “nosotros”? ¿a los que hemos realizado
la pregunta?¿a los que deseen ir allá donde se decida?¿a los ciudadanos de
Écija[3],
Sevilla, Andalucía o España?¿o a todos los seres humanos? La afirmación sobre
los seres humanos sería más general, recogiendo a su vez los demás subniveles,
y por tanto será la que escoja para seguir con mi análisis.
La
cuestión en este punto se podría enunciar del siguiente modo: ¿Hacia dónde va
el ser humano? Según la experiencia que poseemos, sabemos que estamos
conducidos a la supervivencia[4] como
especie animal que somos. Nuestra inteligencia es garante de tal labor, y
mediante esta, son desarrolladas la “técnica”[5], en
la cual no me detendré, ayudándonos a elaborar artefactos en relación con lo
exterior, distinta de la “tecnología” como concepto, entendida desde un punto
de vista contemporáneo, la cual, aparecerá más adelante en mi reflexión; y la
“política”, como concepto que recoge la facultad humana que nos permite
relacionarnos con otros individuos[6]. Tal
supervivencia de la que hemos hablado es un factor genético que garantiza la
pervivencia de nuestro genoma. Desde cierto punto de vista antropológico, y
dejando a un lado la “técnica”, ya que no es esto de lo que versa este borrador,
aunque no olvidándola, ya que persiste en nuestro actuar básico, la “política”,
entendida como ya he dicho en un sentido meramente conceptual, posibilitando el
trato humano, y de la que se derivan, o de la que participan, por ejemplo, la
economía, la tecnología actual, y demás funciones humanas, que hoy en día están
estrechamente vinculadas a las relaciones humanas; y nacen de la sociedad
surgida de la “política”, como un “hacer en la sociedad”, surgen de un “estar”
(en la sociedad). Por lo tanto, necesitamos la “política” para vivir “bien” en
sociedad, pues perseguimos nuestra
felicidad[7].
Ahora
llega el momento de preguntarse sobre que significa ese “¿dónde?”, ¿que
dirección nos marca? Sin duda, nos vemos conducidos a la felicidad, al
bienestar, distinguiendo de este tres estados: el bienestar del individuo,
“nivel singular” (un hombre), el bienestar social, “nivel particular” (un
grupo), y el bienestar de la especie, “nivel universal” (todos). Sea cual sea
el nivel de bienestar que perseguimos, no podremos conseguirlo sin una buena
“política”, de lo contrario los deseos egoístas, la soberbia humana, lo más
profundo de nuestra sinrazón, nos conduciría a nuestra autodestrucción; por lo
que surge una tremenda contradicción. El destino al que nos dirigimos debe ser,
por tanto, la “política”, una buena “política”, que no posibilite la
contradicción con el principio de supervivencia a nivel singular, particular, o
universal; sin esta “política” nos destruimos. Me haré la siguiente pregunta:
¿hay una “buena política” en la actualidad? La respuesta a esta pregunta
condiciona nuestro destino, abriendo la senda, que no es destino o fin en sí
misma; o condenándonos.
A mi
parecer, llegados a este punto, la pregunta debe cambiarse: ¿Hacia dónde debe ir el ser humano? Cuya respuesta
es: hacia una “buena política”, como un deber,
fundada en una ética inquebrantable[8], en
un deber inquebrantable: el deber de
realizar una buena política para garantizar nuestra felicidad fundada en el
bienestar y la supervivencia de la especie.
La
segunda cuestión que está recogida en el título de este trabajo es ¿hay que creer
en el cambio o hay que crearlo? Cabe reparar en primer lugar en el concepto de “cambio”,
del cual me remitiré primordialmente a su definición: “concepto que denota la
transición de un estado a otro”. El uso de este concepto en la pregunta `ya´
presupone de `algo´ que ha de cambiarse, pero ¿el qué? Sólo me queda pensar en
la política, en sus tres niveles, singular, particular, y universal. El
“cambio” al que nos debemos referir pues, es de un estado actual (política
actual) a un estado posible (política posible).
Tal política posible ¿está o no está?¿dónde?
Sin duda está contenida y fundada en el ser humano, por lo tanto está `ya´ en nosotros; el ser humano es
político por naturaleza, “animal político”, y la “política” es una nota propia que nos pertenece en sí. Se
produce por tanto un ciclo histórico ad
infinitum: de una “política actual” a una “política posible”. Ambas son lo
mismo: “política”, la misma nota, y no hay cambio, pues no se denota ninguna
transición (excepto a nivel físico)[9]. La
“política” como concepto ha surgido de la subjetividad de la mente humana
mediante una fundamentación en el carácter objetivo-físico[10] de
nuestra especie. La “política” es siempre la misma, y lo que se produce es una
transformación de su acción, no del concepto (esto ha ocasionado un cambio en
el concepto en la actualidad, algo que es del todo falaz, como decir que una
pistola es una flor); cambia la forma de su acción mediante y para la especie.
El
siguiente concepto en el que detenerse es “creer”, cuya definición es como sigue: “tener por cierto
algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado”.
“Que cambie la forma de su acción (de la política) mediante y para la especie”
es un hecho, y la historia lo demuestra. Por lo tanto, no se puede creer algo
que `ya´ es obvio a simple vista; es
decir, no se puede creer que la “política” cambie la forma de su acción
mediante y para la especie a lo largo de la historia humana, porque esto es un
hecho, es decir, ocurre.
También
he considerado detenernos en el concepto de “crear”, cuya definición fijaré en:
“producir algo de la nada”, “establecer, fundar, introducir por primera vez
algo”. Que la “política” cambie la forma de su acción mediante y para la
especie es un hecho, y no se puede crear lo que ya está dado, se da, y se dará
mientras exista aquello que lo hace posible que en primera instancia es el ser
humano. Puesto que ya se da, y es un
hecho, yo cambiaría la pregunta por: ¿Hay que aprovechar, sacarle beneficios a
este cambio en la forma “política”?¿cómo?
Sin
duda hay que participar, pues somos humanos y la opción de no participar es ya
en sí una forma de participar[11], y
la forma de la “política” no parará de cambiar, por tanto, ¿dónde debemos
quedar en este frenético cambio de forma? Mi respuesta es: en la “política
posible”, pero ¿cómo? A nivel práctico hay numerosas teorías que una vez
intentan ser prácticas se desmoronan, y a nivel teórico, sin duda, respetando
la subjetividad[12]
de la cual surge la “política”.
Esta
subjetividad, la enuncio como un
concepto referido exclusivamente al “yo” mental, y no es una subjetividad
gratuitamente libre, sino una subjetividad
sometida a nuestra naturaleza[13], de
la cual emana la política, de esta la ética, que evitan la perdida del ser
humano como fin en sí mismo. Cada “yo” posee las mismas posibilidades de
realizar “política”, y sólo “cambia” su acción física, en el sentido de que por
ejemplo, todos podemos[14] ser
malvados, pero no lo seremos si nuestros actos no son malvados.
Status
políticos como el Fascismo o el Comunismo (radical-extremo), los cuales
agruparé como Tiranía, destruyen, aniquilan la subjetividad, destruyendo la
“política” del individuo a nivel particular y universal, quedando sólo en nivel
singular (ulterior) como una subjetividad atrofiada, en ruinas, apoyándose en
el egoísmo y la maldad singular (natural), debido a la eliminación de los
niveles superiores[15]. El
Capitalismo, por su parte (como “sistema camaleón”[16]),
destruye exclusivamente el nivel particular, velando, escondiendo el nivel
universal[17],
aunque se puede llegar a él a través del nivel singular[18], el
cual es esclavo en este sistema, respaldado por numerosas legislaciones “negativas”
que garantizan más el agobio del nivel singular de subjetividad que su garantía, siendo esto último su fin real.
Como
ya he explicado, la “política posible” es una política de la subjetividad, la
cual debe garantizar la plena libertad,
es decir, no convencer, no intentar atraer; esta plena libertad es una emanación natural, pues la subjetividad funda necesariamente la
“política”. Esto no es suficiente, necesitamos plena libertad ética (natural)(aunque sea reduciéndola a sus
principios, un mero acto de egoísmo animal, una necesidad de supervivencia).
¿Qué
es la plena libertad ética?[19]
Es un abrir un camino de posibilidades para ser elegidas libremente cada una de
ellas, esto es la educación, la cual funda la cultura y es fundada a su vez por
ella, y esta a su vez a la moral.
Para
terminar diré que el camino ya está,
es la realidad, la dirección es elegida libremente mediante la brújula natural
que marca el norte de la supervivencia, a la cual, a lo largo de la historia
hemos llegado por diversas sendas. Sin embargo, pocos son los que se dan cuenta
de que las malas acciones de hombres pasados, por desconocimiento, ignorancia o
una perniciosa voluntad, ha ocultado el camino que una vez desvelado es el más
bello y brillante. La “política posible” está ya en nosotros, oculta tras el
barro, y el fango de nuestra propia especie, antepasados; el deber es genético,
y de este surge nuestra forma, nuestra subjetividad, y de esta nace la
política, cuya forma en acción ha sido cambiante, como cambia un trozo de barro
su forma dependiendo de las manos que lo contengan. Hoy sabemos que esto es,
ya, fue, y seguirá siendo; no debemos cambiar lo que ya es cambiante, ni creer
en algo que se muestra en sí mismo, sólo debemos, y repito, debemos, como
palabra gritada a través de los truenos, utilizar esto para llegar al único fin
posible; nosotros y nuestra supervivencia como especie.
[1] Estas
preguntas son utilizadas dirigidas a campos diversos, sin embargo las
posicionaré en su contexto político.
[2] He de
confesar a los lectores que mis ansias de saber y mis conocimientos se han
visto aumentados debido a los problemas que quedaron abiertos tras escribir
este borrador.
[3]
Ciudad que he citado puesto que es mi ciudad natal y en la cual desarrolle este
borrador.
[4] He
escogido la supervivencia humana como
principio de fundamentación política debido a sus bases biológicas, y por que
incluso desde un pensamiento ruin y egoísta un gobierno debe responder a todo
supervivencia humana como fin primero.
[5]
Distingo “técnica” y “política” como los dos principios básicos que a nivel
práctico nos proporciona nuestra capacidad de raciocinio. Lo he decidido así
porque parece ser que eliminando del humano todo rastro de civilización y
dejándolo desnudo, como el primer humano que vio el amanecer en nuestro
planeta, estos dos principio siguen conservándose; el primero para, por
ejemplo, poseer las capacidades de hacer armas para cazar, y el segundo, para
poder formar una tribu o clan donde varios humanos convivirían.
[6] Sin
duda recojo la determinación natural del ser humano como animal político, en
este aspecto, del modo en como lo describe Aristóteles.
[7] De
nuevo me remito a Aristóteles y su idea de que el fin humano, y por tanto el
fin de sus asociaciones políticas es la felicidad. Ver: Et.Nic.I.13.,1102a.
[8] Esa excelencia ética, areté, de la que habla
Aristóteles; que nos proporcionará una vida feliz a través de la virtud; es en
la que baso mis ideas.
[9] Es
obvio a lo largo de la historia como un régimen dejaba lugar a otro, sin
importar cual haya sido el motivo de su cambio.
[10] En
el sentido de que a nivel teórico podemos plantear un grupo humano que necesita
tal agrupación y su posterior estudio sobre las causas de tal agrupación,
circunstancias, modo de la agrupación, etc. Responde a una necesidad de llamar
de algún modo a la forma en la que los seres humanos se asocian en busca de
ciertos fines y sobre todo, a mi modo de entender, en la capacidad de acuerdo
entre los individuos.
[11] Sin
duda, se trata de una libertad que se acerca a la definición de libertad positiva por parte de Isaiah
Berlin. La voluntad de no querer participar en el “hacer político” del ser
humano por parte de otros seres humanos es una forma de participar de algo que
se funda en primera instancia en la propia libertad individual, es decir, la política
a mi modo de entender.
[12] Una
subjetividad que responde a la libertad humana, que como ya he dicho, a mi
parecer, funda totalmente la política a mi modo de entender.
[13] No
confundir esto con un determinismo natural. La subjetividad es libre, pero responde
a la vez a la emanación de esa libertad y voluntad que es el “hacer político”
en el ser humano.
[14] Yo
puedo ser malvado o no, puedo contener en mi uno o su contrario en este
aspecto, sólo que respecto a este tema, pienso que son las acciones las que marcan
el uso de estos adjetivos en ciertos individuos de los que se dicen “buenos” y
“malvados”.
[15] Esto
ocurre ante un nivel muy elevado de coacción y obstáculos a la libertad
individual de cada sujeto; lo que implica una pérdida por ciertas normativas,
por ejemplo, de reuniones sociales, eliminando su libertad política a nivel
particular, o la prohibición de un ejercer político de los individuos en la
composición del Estado, lo que elimina su libertad política a nivel general.
[16] He
utilizado este adjetivo de “sistema camaleón”, pues parece ser obvio en la
historia de que modo ha sabido adaptarse a los distintos gobiernos, con tal de
obtener beneficios de capital.
[17] Lo
esconde a través, por ejemplo, de cómo ocurre en nuestro país, con
legislaciones que limitan en gran medida la participación ciudadana en el
Estado como una deficiente legislación electoral, o un sistema de partidos
obsoleto que crean una conciencia social sobre la participación política que es
del todo falaz, y crea una conciencia general que se cimienta en mentiras.
[18] La
libertad a nivel individual sufre un problema de posible coacción a través de medios de información, etc; sin
embargo, el individuo puede elegir claramente si aceptar esta coacción o no. Lo
que realmente termina aplastando a esta libertad individual es un cuerpo
legislativo basado en la negación de las acciones que llega a extra-limitarse
en sus prohibiciones anulando la libertad negativa del individuo, recogiendo el
concepto de Isaiah Berlin.
[19] Por
supuesto la única que a mi parecer debe ser posible para poder vivir en un
sociedad con menos deficiencias. Se puede decir que esta plena libertad ética
puede contener la coexistencia entre libertad positiva y negativa de la que
habla Berlin. Sin embargo debe contener algo más, y es ahí donde sigue mi
trabajo.
David Ruiz Rosa.
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